La falta de competitividad en las empresas es algo que siempre ha preocupado a empresarios y dueños de negocio.
La competitividad se entiende como la capacidad de una empresa de generar recursos, conocimientos, habilidades o atributos que hagan posible la obtención de unos objetivos y resultados superiores a los de la competencia.
Se debería de enfocar desde una forma de comportamiento integradora y abierta, nunca desinteresada y cerrada; implicando al menos estos aspectos clave:
Racionalidad económica y productividad: que no se produzca despilfarro de recursos.
Capacidad de coordinación con el entorno empresarial: trabajando de forma ágil y flexible.
Habilidad para la dirección y la organización: reduciendo costes de gestión interna.
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